Justicia para los verdugos

Me pongo en la situación de los familiares de las víctimas mortales de Inés del Río y me entran ganas de vomitar.

Imagino lo que pasará por la mente de los allegados de las víctimas mortales de otros asesinos múltiples y me indigno.

Me pregunto si los miembros del Tribunal de Estrasburgo, sí esos que componen la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), se han molestado en ponerse en el lugar de esos padres, esos maridos y mujeres, esos hijos, esos amigos que un día sufrieron la pérdida de sus seres queridos porque un asesino decidió quitarles la vida, asesinos condenados por tribunales. Sufrimiento que, por cierto, no cesará y que a día de hoy se habrá incrementado al conocer el rechazo a la Doctrina Parot.

Creo  que la respuesta es no, porque de haberlo hecho hoy el sentimiento de indignación y rabia no reinaría en nuestras calles.

Pero lo peor es que un miembro de ese tribunal, un ciudadano español que sabe lo que es que un país entero viva aterrorizado, que todos, o mejor dicho casi todos, lloremos por víctimas que ni siquiera conocíamos, que miles de personas salgan a la calle a decir basta,… Lo peor es que un español vote a favor de la liberación de un miembro de ETA.

1374791_10202490102083882_1190226165_n[1]¿Qué justicia es esa que se preocupa por los derechos humanos de un asesino y olvida los derechos de quienes un día murieron sin haberlo elegido, de quienes hoy siguen sufriendo esas pérdidas? ¿De verdad podemos llamar a ésto Justicia?

Y todo porque la Doctrina Parot, dicen, vulnera los derechos de los presos. ¡Ja! Me río yo de los derechos de esos presos que un día no tuvieron ningún miramiento en acabar con el derecho más importante de sus víctimas, el derecho a vivir.

Y para colmo, hay que indemnizar a la presa por los daños que ha sufrido estando en prisión más años de lo debido, según la sentencia claro.

Porque ellos sí pueden recibir las visitas de sus familiares, ellos sí pueden tener ciertos privilegios en prisión, pero ¿Qué privilegios tienen las víctimas? Recibir flores y lamentos delante de sus tumbas.

Y el caso de Inés del Río es sólo el comienzo de lo que quedará por venir. Con esta sentencia, que creará precedente, otros 60 etarras  con múltiples asesinatos a sus espaldas podrían salir a la calle en cuestión de semanas. Ellos sólo habrán cumplido un año de prisión por cada uno de los muertos que dejaron en las calles de nuestro país. Sin  olvidarnos, por supuesto, de otros casos como el de las niñas de Alcásser o el asesino de Villarrobledo.

Y digo yo, ¿No tenemos en España lo que hay que tener para plantarnos y decir NO a una sentencia injusta, inhumana y con la que la mayoría estamos descontentos?

Porque esto se llamará Justicia, pero no es Justicia para las víctimas, es Justicia para los verdugos.

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